sábado, 9 de junio de 2012

Sólo hace falta una sonrisa

Observo desde la diminuta ventana de esta cárcel todos los gestos contradictorios del viento.  Corre tan deprisa, que una grácil muchacha que se encuentra con la mirada perdida, debe protegerse de sus golpes hirientes tras sus pesadas gafas. Siento que sus ojos están surcando el cielo, en un estado de ensoñación que la eleva por las húmedas nubes hacia el sol, olvidando su mundo por completo. Lleva tatuada en su sonrisa la palabra "esperanza", la cual vuela hasta mí y hace que inconsciente, yo también ría. Ella no sabe aún quien soy, pero yo, aunque sea la primera vez que deja enmarcado su rostro en mi memoria, la conozco como si fuese una parte de mí que he dejado perdido en el sótano de mis ideas. De aquí en adelante, nada será igual. Me lo anuncian mis huidizos latidos. Porque ahora mismo, lo único que deseo es salir de entre estas gastadas rejas, estrecharla fuerte entre mis brazos y susurrarle "sigue soñando... hace falta la luz de la inocencia para encender la oscuridad de nuestras vidas".

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