Y mientras observo atentamente las gotas de la tormeta que retumbaban en mi interior, sonrio para mis adentros guardándome un extraño sentimiento de esperanza que surgía desde mi fortaleza. Veo como el sol se impone poco a poco ante mí en el cielo azul y apaga con su intensa luz todas las dudas que me han corroido a lo largo de esta complicada noche.
No me atrevo a jurar que de aquí en adelante todo será diferente, pero va resurgiendo la valentía que hace tiempo creía perdida. Nadie dijo nunca que "madurar" fuese sinónimo de "no cometer errores" así que abrazándome a mí misma me convenzco de que todo el mundo tiene derecho a caer, pero que solo algunos tienen el valor de reconocerlo. Y al fin, me doi cuenta de que todas estas hipótesis son simples pensamientos, que poco a poco van marcando mi desordenada vida.
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