jueves, 17 de mayo de 2012

Abriendo mis ojos...

La calle se va tiñendo cada vez más de gris por cada paso que mi estúpida mente decide regalarme. Miro hacia mi difuso mundo y lo encuentro todo muy ridículo. Como si el hedor a gasolina que desprende cada sucia chaqueta de la gente con el que me tropiezo fuese capaz de envenenarles a todos con gilipolleces que solo sirven para volverlos ciegos y poder controlarlos a su antojo. La suciedad de la calle se adentra en mis venas incontrolable construyendo un gran muro ante mis perdidos ojos, separándonos a mí y al asqueroso mundo real de un bofetón. No estoy perdido, solo creo que no existe ningún camino a seguir. Mis pies van cada vez más rápidos, intentando que las falsas disculpas y el secreto sarcasmo no lleguen nunca más a mis oídos. A mi al rededor hay un gran olor a incomprensión y a mentes rotas. ¿En serio soy yo el único que lo ve todo tan claro?

No hay comentarios:

Publicar un comentario