A menudo siento que las personas que dicen quererme creen hacerlo porque soy el pedestal sobre el que ponen todos sus trofeos. Cuando decido marcharme todo su mundo se tambalea y creen necesitarme; no porque me quieran realmente, sino porque desean tener a alguien sobre quien sentirse superior y construir sus mundos sin temer que se derrumbe sobre sus hombros, y para eso estoy yo.
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