domingo, 19 de abril de 2015


Ayer sentí tus manos por mi piel y pensé en el rencor de pega que eclipsa el tiempo de espera. No sé por qué decidiste atravesar mis pensamientos como una bala, pero del susto del disparo no pude moverme un ápice... el pasado en ocasiones llega como una fresca oleada. A pesar de los malévolos planes a destiempo y de las lenguas mal habladas, no entiendo como, pero sigo creyendo que aquella noche llegué a calar algo más que tus sentidos. Pero eso no lo saben más que las medialunas de mi muñeca.

He dejado de recordarte cuando escucho tu grupo preferido, y por eso ahora no me resisto a distinguirme en tu mirada. Y por eso también no entiendo como sigues en cuclillas en mis sueños más acogedores. No lo sé. Supongo que aun te divago porque nunca fuimos capaces de encontrarnos en los finales, y las heridas abiertas siempre escuecen de vez en cuando para recordarnos que seguimos vivos, aunque olvidados. O puede que simplemente, el olvido sea nuestro único imposible.

Dulces sueños.

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