domingo, 22 de septiembre de 2013

Un corazón que no se puede vender

La ignorancia sentencia mi corazón sin rasguños. Observa mis esposas y me concede la pena de muerte por jugar con mis propios sentimientos. El destino baja la vista desde el tribunal, avergonzado por ser el poseedor de la verdad más pura. La comprensión, sentado mi lado, hunde su cabeza entre sus manos llorando lágrimas de comprensión. Sabe que no saldré viva de esta. El amor me menosprecia con la mirada desde una esquina, todo por prescindir de sus trampas de oro y diamantes. Nunca comprará mi alma. La lujuria me guía con una sonrisa bondadosa, mientras me apunta con su pistola por la espalda. Dulce inocencia perdida. Las mentiras discuten entre ellas, han quedado huérfanas de mi corazón. El autocontrol me concede el poder del arte de su vida. Todo quedará apagado, pero nadie entenderá porque. Camino por el pasillo mugriento con mis tacones de nociones preconcevidas. Mi vida es un completo desorden, pero aún luzco preciosa en este vestido impoluto. Compartiré mi identidad con la eternidad, pero nunca sabrá quién soy en realidad.

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