lunes, 23 de septiembre de 2013

La paz en la guerra de mi vida.

 
La casa está vacía. Silenciosa. No existe nada que pueda detener mis pensamientos. Las mismas palabras reparten compasión a través de mi voz rota; es una tristeza conocida, habita en mi corazón desde que la soledad arropó mi inocencia. Las decisiones vacías hacen de nuestro futuro el propósito de golpes esquivos. Me acomodo en este silencio, repleto de sentimientos que temen alzar la voz. Este no es un momento importante, sé que lo dejaré escapar junto al tiempo que presiona mi destino, para olvidarlo por completo. No deseo confesar más impulsos vengativos, solo quiero encontrar la paz en la guerra de mi vida. No más dolor manipulado, no más pensamientos punzantes. Un esfuerzo por dejar de reprimir mis sonrisas y aprenderme el juego de mis sombras. Quizás sea la hora de comenzar a buscar la valiosa felicidad. Quizás deba aprender a cubrir mis hombros con soledad compartida. Unos tímidos rayos de sol se adentran en mis ocultos miedos, y siento que soy testigo de mi propia muerte. Dulce pero desdichada. Acabo de dejar atrás a la persona que no volveré a ser jamás...

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