lunes, 9 de septiembre de 2013

Todos los diciembres se convierten en un dulce agosto a tu lado




Cógeme la mano antes de marcharte, para que pueda saber al abrir los ojos que eres más que una traidora ilusión. Hace mucho tiempo que no sentía miedo, pero tú has relucido cada emoción sobre la terrible oscuridad que dejará tu despedida. Mi vida ha sido como una fantasía liberadora desde que te conozco. Lleno de palabras que dejan huellas y promesas que dibujan una soledad protectora. Nos columpiábamos en deseos que nunca tuvieron que reprimirse, y siento que si te vas, llevarás contigo todos los recuerdos con los que rellenábamos unas almas que llevaban demasiado tiempo perdidas. Cuando te encontré, no tuve miedo alguno de mirar las nostálgicas sonrisas que me robaban tantos deseos corruptos. Una sonrisa que quedaba envuelta en el caluroso viento de un verano que quedará por siempre escrito en mi corazón. Tus dulces deseos son ahora mi testamento. 

Me miras con ternura, recalcando a través de tus rojizos ojos el dolor que me supone tener que romper mi corazón de nuevo. Tan solo mi corto vestido negro será el testigo de tu presencia en mis desamparados renacimientos. ¿Como viviré sin ti ahora, si eres parte de todas las esquinas de mis paseos veraniegos? ¿Como encontrar la verdadera felicidad, si tan solo alcanzo la libertad cuando corremos juntos tras ella? ¿Como saber lo que es amar de verdad, si te llevas junto a ti todos mis latidos?

Despertaré en un hotel de paredes blancas y una cama vacía, desvelándome de una realidad que hace poco me hacía propietaria de una inestabilidad auténtica. Yo seguiré caminando, como tú me enseñaste a hacer, con los pies ensangrentados pero una dulce sonrisa que colgaba de mis sueños. Sin embargo, guardo en secreto la creencia de que forzaré mi tristeza a caer en la adicción de tu voz rota. Las lágrimas empañan nuestros ojos. Tan solo deseo que sepas que encontrándote a ti, me he encontrado al fin a mí misma. No deseo que te vayas. Soy otra, pero tan solo me siento entera cuando conducimos en silencio en las noches tormentosas.

Ellos dicen que todos tenemos un lugar en el mundo... nunca he tenido más claro, que mi lugar es a tu lado. Susurro los restos de un deseo cohibido. "Dos almas que no se despiden del todo, vuelven a reencontrarse de nuevo." Me siento enferma y perdida. Me abrazas una vez más, y siento que muero en la fuerte sacudida del destino. Te apartas. Siento como algo dentro de mí se desencaja. No hay palabras, no hay llantos. Todos los sentimientos libres como tu mirada soñadora. Entonces te giras, y comienzas a caminar. Te observo aturdida. Vuelves tu rostro con el alma dolorida, y dices al fin "No tengas miedo. Volveremos a vernos." Volveremos a vernos... la última promesa que quedará por siempre en mis heladas emociones escrita. Como el leve pestañeo de la vida; como dos sonrisas por siempre divididas...

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