lunes, 22 de julio de 2013

Dos extraños en el avismo de las mentiras

 Ven, acércate para que puedas ver de cerca las traiciones que he maniatado a tu corazón asustado. ¿Qué piensas ahora de mí? ¿Me sigues queriendo igual? Es tentador escupir a la realidad. Estoy perdiendo de nuevo al juego de las rotas muñequitas que, en secreto, adoran estar despedazadas. No tienes buen aspecto ahora y el sarcasmo se apodera de mis entrañas. El odio viste de princesa a este monstruo solitario. Espero que te sientas satisfecha con tu celda de mentiras. Tus lágrimas negras no escriben felicidad en las ajenas. 

Bebamos. Por ti. Por mí. Por el mundo que tu indiferencia ha desterrado. Somos testigos de nuestra propia muerte. Y lo peor es, que no puedo evitar sumergirme en el torbellino de la culpabilidad por las veredades a medias. Así que emborrachémonos, fingiendo una vez más sentirnos queridas y rompamos nuestras copas en nuestras almas podridas, para dejarlas inconscientes, en la eternidad perdidas.

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