jueves, 2 de mayo de 2013

Las entrañas de nuestra sedienta vida

  
Cierro los ojos y grito. La música agujerea mi alma haciéndola libre en este universo perdido. Un torbellino de sentimientos viaja en el tiovivo de tus mentiras mientras mi corazón late tan deprisa que tan solo me deja jadear. Mi piel tiene ese nauseabundo olor a abrazos comprometidos, y nuestras roncas pesadillas nos visten de señoritas buenas e inocentes . La camuflada cárcel que se alza tras nuestras almas arranca de las miradas ardientes mis labios desgastados por demasiadas bofetadas de parte de nuestro difunto futuro. Miles de madres desprecian nuestros calculadores actos sin llegar a comprender del todo que somos así por un jodido modelo perfecto. Rugen los altavoces rotos por sentimientos crudos que nunca serán confesados. Somos propietarios de deportadas revoluciones que arden y arden en nuestro interior, llegando a quemar de forma despiadada las costras de todos los sueños muertos. Sin embargo, a nadie le importa. Porque lo único que queremos es reencontrarnos entre sonrisas desnudas en este salvaje engaño, llamado viva. Somos muñequitas imperfectas, como todas. Pero también las únicas orgullosas de arrasar esposadas por las sentencias solitarias las carreteras abandonadas de nuestro destino. Somos salvajes. Somos malvadas. 

Pero que más da todo, si somos nosotras mismas.

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