Recuerdo cuando jugabamos a ser obras de arte de la felicidad. La vida era nuestra pequeña travesura, y sus consecuendias no desentonaban en la real fantasía que nunca parecía degradarse. Asumíamos en un silencio jamás interrumpido nuestra prematura muerte. La creencia de escapar del sufrimiento de la pérdida se hizo realidad aquella noche que tus manos taparon mis ojos cobardes. La belleza era una perpetua lucha por encontrar la pureza de auténticos sentimientos que parecen dormitar en nuestros corazones rescrebajados. Por primera vez, la locura se convirtió en mi única salvación en este escaparate llamado realidad.
Juré que no olvidaría ese sentimientos, por mucho tiempo que pasase en el que el dolor curtiera mi corazón. Y ha pasado tanto tiempo desde entonces... ¿Quedará algo de mí? ¿Hay algo que sobrevive en esta alma raptada? ¿Son mis sentimientos los que pertenecen a este pasado oscuro?
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