viernes, 10 de mayo de 2013

El rasgado vestido de mi embelesada alma


A veces la vida es un disuelto suspiro secreto. Es una tristeza bella, repleta de sentimientos puros y contradictorios. Los instantes dejan pequeñas y fugaces huellas en nuestros ocultos mundos. Necesito saber, si cosiendo mi sonrisa conseguirás acercarme al paraíso oscuro de tus decepciones desveladas por las lejanas luces nocturnas. Como difusos envoltorios secretos de la vida. ¿No eres capaz de verlo? Mi áspera alma es el empañado reflejo de tu gracia divina. Mi salvaje corazón está siendo trepado por el tiempo si tú no me das el alma de tu juventud para liberarlo. Veo la vida tan extraña, tan loca, tan viva, que tu indiferencia me hace brillar en el mundo más ciego. Nunca fuiste quien crees haber sido. 

La tenue luz de los sueños apagados abriga mis temores en un vacío escenario solitario, y tus oscuros ojos me hacen tiritar cada vez que la melancólica sonrisa de un pasado empolvado visita tus indecisas reverencias a la locura. Confieso cuentos tenebrosos cuando me preguntan por el precio de tu amor a la belleza que se esfuma de mi piel cada vez más rápido. Los diamantes adornan la libertad que tu voz deja en las húmedas sombras de enmascarados ladrones de corazones rotos. Te amarras a miles de esperanzas, pero cielo, el futuro es un abismo entretejido de planes y teorías que nunca llegarán. Tan solo detente y escucha el filo de las palabras inacabadas en el aire pesado del que cuelgan nuestros hermosos pasos ahuecados en el eterno silencio. Vivo de tus sentimientos secuestrados. Viene la vida tan deprisa, arrastrando tantos rostros divorciados con el intenso temblor de los sueños, que nosotros atrapamos unos pocos instantes esquivos.

Eres como un violín mudo que teme ser silenciado. Puedes hablarme de miles de estúpidos velos rotos, pero no puedo escucharte. Mi mente está fría si no la nutres de los adulzados suburbios de tu malvado corazón. Quizás sea yo. Quizás sea mi vida. Pero déjame abandonada y desvalida si tan sólo vas a robarme mi única pesadilla. 

Haz de tus sentimientos crudos el valor de la nada

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