sábado, 13 de abril de 2013

Una celda sin nombre

Hoy es un día más. Un día más en el que nada parece importante. Puedo ver como pasa mi vida, y yo ni siquiera participo en ella. Me siento prisionera de mí misma; algo dentro de mí desea salir con ansia, pero entonces veo el mundo de las persoas que rozan mi tiempo y me parece todo tan absurdo, que prefiero quedarme al margen de ellas. Recordamos la simpleza que se ahoga en nuestro pasado al soñar con la felicidad. Ya no queda nada. Es como si todas nuestras esperanzas hubiesen sido arrastradas por estúpidas preocupaciones que, en realidad, no sirven para nada.


¿Tan difícil es? Solo dseo decir "te quiero" a alguien y que no piense que algo va mal o que tengo segundas intenciones; tan solo te digo "te quiero" porque simplemente te quiero y quiero decírtelo. Estoy cansada de las absurdas conversaciones establecidas que la sociedad nos fuerza a tener cuando en realidad hay miles de palabras y silencios por compartir que hacen nuestra vida hermosa y valiosa. Sin embargo, no importa con cuanta determinación lo intentes, tan solo unos pocos te comprenderán y acompañarán, porque el ser humano tiene terror a equivocarse.

Nuestro futuro está tan planificado, que soy incapaz de considerar nada mío, y lloro de rabia cada noche al sentir la importencia de no poder saborear ningún corazón que no haya sido corrompido. El único causante de mi sufrimiento es mi anhelo por la libertad, pero no sé con certeza cual es el nombre de mi celda.

Deseo mostrar todos mis sentimientos con la crudeza a la que están asociados. Sin envoltorios brillantes ni lazos dorados. Tal como son ante el mundo. Lo único que puede hacerme libre es algo como eso: sentir y poder demostrarlo. Pareceré una lunática, pero ya nada me importa, es demasiado cara la vida de perjuicios cosidos por la ignorancia.

Ahora sé que debo hacerlo, pera que al fin, por primera vez desde hace ya mucho tiempo, pueda sentir que cada día nazco pero nunca llego a morir del todo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario