martes, 16 de abril de 2013

Desérticos profundos ojos negros

El desierto esbozaba su cuerpo como una tenue fantasía en un paraiso perdido. Su mirada profunda atravesaba dunas enteras en un paraje de pasión. Miles de curvas quedaban marcados en el cielo cuando contaba sus historias de sueños palpitantes procedentes de sus carnosos labios. Su alma rota enfriaba la arena perdida para hacerla arder en su piel morena. El sol fue siempre su Dios, y el salvaje viento que la hacía tan bella su soporte en un largo camino que nunca fue descubierto. El amor fue su único aliado en este oasis confuso, siempre perdida en turbias miradas de deseo. Alimentaba su alma de poder y lujuria atabiada en velos blancos y monedas agujereadas. Ella. Tan bella. Tan salvaje. Tan viva. El pájaro libre que planea sobre el desierto de la fuerza y la pasión. Atrapada entre sus lentos movimientos y miles de ojos negros. Esa mujer, que reta al horizonte con valentía, porque sabe que su límite es inexistente.

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