miércoles, 30 de diciembre de 2015

¿Qué vestido le pondrías a la adicción?

¿Sería negro,
aunque su único deseo sea perseguir la luz?
La imprudencia hace que la desesperación parezca sagrada.

¿Tendría diamantes incrustados,
para distraer la atención de su extrema delgadez?
El tiempo es más soportable 
cuando no nos aguantamos a nosotros mismos.

¿Sería lo suficientemente corto,
como para demostrar que tienes algo más que dar que fracasos?
El problema de ser evaluado por tus actos,
reside en que nadie ve que son impulsados por sentimientos.

¿Lo podrías atar al cuello
y dejar que te ahogue son motivo?
El dolor sirve para justificar
nuestro egoísmo.

¿Tendría transparencias
que dejasen insinuar lo que deseas que vean otros?
Lo mejor de las caricias 
es que no tienen por qué llegar a tus entrañas.

¿Sería caro,
para compensar la pobreza de tu interior?
Las armaduras que nos ponemos
se transforman en nuestras carceles más inseguras.

Quizás simplemente no habría vestido.
Porque la única forma de superar una adicción es desnudandonos a nosotros mismos,
para dejar de adornar quienes realmente somos.

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