lunes, 14 de diciembre de 2015

Es complicado...



Vas a quedarte ahí a verme desvanecer. Cierro los ojos mientras siento el orgullo desamparar a la tristeza con venganza. Te quiero con locura y eres la peor persona que he conocido nunca.

Siento tus mismas debilidades entre los espacios de mis dedos y me odio por encajar perfectamente con tus inseguridades. He tratado de huir a por la razón y dejar abandonado a mi corazón en alguna gasolinera perdida por nuestro destino. Pero cada vez que te veo el estómago me da un vuelco y no desaparece el nudo de mi garganta. Ojalá no supiese que lo nuestro fue real.

Somos un desastre adictivo. Un error, un malentendido, culpas, una pelea, lágrimas, te echo de menos, y todo comienza de nuevo. El amor joven está destinado a fracasar si ninguno ha sabido limitar sus sentimientos. Nos volvimos locos y los demonios te vencieron.

Sé que el odio no es el opuesto al amor; es la indiferencia. Eso tiene mucho más sentido en el hogar que tratamos de destruirnos.

En el fondo sé que esto nos está matando poco a poco... y me siento culpable porque aun quiero tenerte desesperadamente a mi lado. Mis latidos retumban atormentandome como portazos que gritan "te quiero". No existen peleas que tengan tantos recuerdos en el doble fondo de su desprecio como las nuestras.

Debemos irnos. Cada uno por un lado. Ellos te odiaron desde el principio mientras yo cerraba los ojos y me dejaba sumergir por primera vez en el amor. Quizás lo único que quise fue mi propia autodestrucción. En manos de otros. Y por eso eres tan adictivo, porque te has convertido en mi único sueño hecho realidad, aunque fuese en forma de pesadilla.

Les hubiese creído si no se hubiesen empeñado en hacerme creer que no te he querido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario