lunes, 26 de marzo de 2012

Not enough...

Suena despacio mi rota guitarra, escondida al percibir asustada la tenue oscuridad de mi habitación. Cada nota, es una mala idea que rebota creando agujeros de decepción en mi estómago. Es como mi mente, repleta de ideas desperdigadas sin sentido alguno. No alzo demasiado la voz, no deseo que ningún monstruo que aguarda en este hondo pozo negro salga reclamando venganza. La lluvia craquea mis ideas y atemorizada, me agarro al instrumento que millones de veces me ha salvado del desprecio que me tiene guardada mi malvada mente. Sé que estoy a salvo, pero los recuerdos me ordenan estar alerta. Deseo con toda mi alma gritar y que el estruendo de mi podrida voz retumbe más allá de la puerta chirriante. Pero no lo hago. No merece la pena. Soy muda porque nadie comprende mis palabras y ya me he rendido a pronunciar ni un mísero susurro. Sólo estoy yo con mi rota guitarra. Decidiendo una vez más cual será la próxima nota que desafinada me encadenará para siempre a mi profunda soledad.

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