lunes, 23 de enero de 2017

Sois todos los tiempos concentrados en uno


Puedo veros en el pasado. Riendo con nuestros perros en tardes calurosas de verano donde no había nada que hacer. Recuerdo esperar impaciente vuestra llegada entre discos LP y poner nuestro culo en cada asfalto de este pueblo comiendo pipas hasta el anochecer.

Más adelante vinieron los chicos, las borracheras y las palabras en forma de bala. Dejarnos de hablarnos el suficiente tiempo para que doliese, pero no tanto como para que no quisiéramos vernos de nuevo. Pasamos por lo peor y supimos cómo mirarnos a los ojos de forma digna. Crecimos juntos y eso no nos lo podrá quitar nadie.

Puedo veros en presente. Un sábado a la noche recolectando historias en el bar de la esquina. Nuestras camas quedan lejos, pero las ganas de vernos nos mantienen cerca. Cada una está construyendo su vida. Una acaba de romper por primera vez un corazón, la otra ve el mundo tras el lente de una cámara y la siguiente simplemente trata de adivinar qué es lo que quiere hacer mientras pisa miles de estaciones. Comenzamos a divisar el pasado, pero el futuro es seguro. Cuando uno deja de visitar a quienes quiere, es porque quiere. Es así de simple.

Puedo veros en futuro. Estamos en el sofá de una de nosotras tomando vino y riéndonos cómo si el tiempo no pesase. En el apal están guardados varios vídeos de viajes compartidos y hay libros esparcidos por cada esquina. No nos queda mucho tiempo, pero sí el suficiente para recordarnos lo que nos apreciamos. Una de nosotras lo dejó todo y comenzó de nuevo, otra acaba de poner los cuernos a su pareja y la siguiente acaba de asistir a la boda de su hermana. Llevamos enmendados los errores en nuestro pantalones, y las margaritas que florecieron en ellos siguen creciendo sin romper los hilos. Os hecho de menos, y aún no os habéis marchado.


Gracias por ser mi despertar, mi guía de supervivencia y mi anochecer.
Sois todos MIS tiempos concentrados en uno.

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