Los segundos son pequeños agujeros vacíos que toman hueco en mi alma. Recuesto mis sonrisas y me apoyo en la ventana a soñar con un mundo maligno y oscuro. No puedo evitarlo. Huyo del pasado, me ciego con el presente y veo un futuro oscuro, ocupado por deseos que nunca serán llevados a cabo.
Mi existencia no significa nada. Es como una pluma que danza en el viento. No sabes de donde procede, ni de quién es... tan solo sabes que pasará, y que algún día quedará fulminado formando el polvo blanquecino.
Sé donde están marcados mis últimos latidos felices. Conozco el final de este cuento rosado de memoria, cosido ya en mis venas por el tiempo y la experiencia. Y lo cierto es, que me niego a aceptarlo. Prefiero cerrar los ojos y tirar del tiempo con hilos delicados hasta que mi pasado quede anclado en mi presente.
Y no despertar nunca. Como vivir en vela de los sueños para escapar también de las pesadillas. Abrumada me siento, al descubrir la inmensidad de la vida, y lo pronto que deseo desecharla. Voy encontrando incomprensión por cada esquina, hasta el punto de no comprenderme ni a mí misma.
Prefiero morir a no vivir nunca.
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