Todos me miran confundidos, sin llegar a comprender del todo el porqué de mis actos, el porqué de mis sentimientos. Siempre será difícil de comprender, para los que siempre han tenido un refugio seguro donde exponer sus temores, las justificaciones que enmarca mi alma. Pero yo he tenido que construirlo poco a poco, con cada sonrisa, con cada cómplice mirada. Y para muchos es una tontería, y no vale absolutamente para nada, pero mi hogar, mi lugar en el mundo, está en los corazones de cada persona a la que quiero. Es por eso que el dolor corrompe mis emociones cuando alguien se aleja sin motivo alguno de mis palabras, porque no solo se lleva mi tiempo, mi ilusión y mis esperanzas, sino también una parte del hogar que tanto me ha costado construir a lo largo de mi vida. Me siento indefensa y vulnerable, a punto de derrumbarme sobre mis escombros del pasado. Odio ese sentimiento, porque parece que tan solo soy yo quien lo ha perdido todo, cuando a la otra persona no le importa en absoluto.
Entiendo que es difícil quererme, soy
un millón de personalidades distintas. Me gusta ser libre, odio
encadenarme a un estereotipo. Pero te puedo asegurar, que cuando conozco a alguien a quien me siento realmente unida, lo doy
todo por ella. Como si fuese más importante que yo misma.
Me han roto muchas veces los sueños,
despedazando con el olvido y la ignorancia todas mis creencias, y sin
embargo, me niego a ser cautelosa, porque si juegas de este modo con
la vida, no amas de verdad nunca. Y prefiero morir desangrada de
dolor por la pérdida de una persona que he amado con cada pedazo de
mi alma, que no vivir nunca y morir por cansancio y rutina. Es
arriesgado, y difícil de comprender, pero así es mi vida, y
realmente, no deseo dejar de vivirla.
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