sábado, 8 de diciembre de 2012

Dulce venganza para un dulce mentiroso


Acércate y bebe de mi alma magullada, envenenada por la eterna incomprensión de los latidos de mi corazón. Respira el aire que he masticado con las lágrimas de aquellos que no han perdido nunca. Mírame. Veo sobre tus ojos una enorme capa de polvo rosado esparcido a consecuencia de las palabras que irán humeantes a tu tumba dorada. Déjame acariciar tu piel pálida robándote cada latido que se congela al sumergirse en tu aterrado rostro. 

El mundo nos ha acuchillado hasta dejarnos sin aliento, y el frío que el fuego arrastra hacia las cenizas de los secretos hará estallar nuestro corazón en miles de trocitos que nunca llegarán a ser reconstruidos. Besaré tus cosidos labios y amordazaré tu espíritu hasta que ardan nuestros sentidos y derritan el amor. ¡Puedo verlo! No te das cuenta pero puedo percivir el temblor de tu conciencia. Oculto bajo las luces de la noche, piensas que soy el mismísimo diablo, y yo río con amargura al explicarte, dulce niño mimado, que tan solo soy un ángel derrotado por tus mentiras. Cada consecuencia es desencadenado por un terrible suceso, y tú, amor mío, te has ganado a pulso la cadena perpetua.

No hay comentarios:

Publicar un comentario