Explícame libertad, donde te escondes cada vez que levanto la mirada de mi arrogancia. Enséñame felicidad, como agarrarte la mano sin que se queden colgadas sobre mis ojos las palabras de ilusiones perdidas. Escúchame tristeza, cada vez que grito que no volveré a visitarte jamás y queda sólo un diminuto atisbo de verdad. Corrígeme querida luna, por cada vez que sueño sin conseguir ni una leve palabra de sabiduría. Atrápame frialdad, por cada halo de luz que he apagado con un suspiro. Perdóname confianza, por traicionarte construyendo miles de murallas imborrables. Pero por favor, cruel verdad, bórrame cada sonrisa destinada a dibujar millones de lágrimas sobre mi rostro y ahogar todas mis ilusiones en un mar sin fondo.
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