viernes, 5 de octubre de 2012

Emprender nuevos viajes no es fácil

Me siento en el borde de mi cama acunándome de suspiros. Observo en silencio las maletas en la puerta. Dentro no hay nada. Todo está vacío, como en mi interior. Debo coger un avión pronto, pero no consigo atrapar el tiempo. No sé cuando debo marcharme. He repintado una y otra vez las paredes de esta habitación en un afán de ocultar mis errores, sin embargo, siguen susurrando cada vez que les doy la espalda. La confusión se apodera de mí al darme cuenta de que debo emprender el viaje en mi soledad, cuando aún no sé cual es el verdadero camino de la felicidad. Quizás se encuentre aquí, en un viejo cajón de mi habitación, o puede que en algún secreto lejano de mi descorchado corazón. No lo sé. Comienzo a andar despacio. Sé que debo irme, incluso sin saber a donde. No puedo retener el tiempo de este modo. Arrastro mis pies al ritmo de mis lentos latidos. Abro la puerta. Tode está en absoluto sielncio. Apago la luz.

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